Fuimos con muchas ganas a este sitio por recomendación de amigos y las buenas reseñas y aunque en general todo está bueno, lo más reseñable de la cena fue el ceviche. La relación calidad precio está un poco inflada, ya que la cantidad de algunos platos es pequeña, sobretodo cuando la materia prima es pulpo o corvina y quizá se abusa de materia prima más barata como el choclo, boniato, patata… para rellenar los platos. El servicio nos pareció desacorde y poco profesional. Sin ser muy grande el restaurante y haber bastante personal nos trajeron el primer plato sin tener todavía las bebidas. Uno de los cócteles llegó al rato, pero el otro se retrasó más de 20min y tuvimos que reclamarlo. Lo mismo pasó con el pan de patata que tras el segundo plato no había llegado, siendo a nuestro entender la gracia de pedirlo, poder tomarlo con el ceviche y la leche de tigre y no con el postre. Adicionalmente pese a ser todavía “temprano” (22:30h) los camareros se mostraron algo atosigantes retirando platos cuando todavía había comida en ellos y tuvimos que insistir en varias ocasiones que no habíamos terminado. Al ir al lavabo uno de los camareros se chocó conmigo (un accidente lo puede tener cualquiera) y me derramó un plato, quedando toda pringada, lo negativo de la situación fue que a mi regreso del lavabo, y siendo más que evidente que mi vestido estaba lleno de manchas, la cuenta estaba en la mesa y mi pareja pagando y con la sensación de que iban con prisas y querían cerrar pese que no eran ni las 23h de la noche de un sábado, lo que nos hizo sentir bastante incómodos. En resumen, comida buena, aunque no es ni de lejos el mejor peruano en el que estado y un servicio que lamentablemente no está a la altura. No repetiré.
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