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He tardado un año en reunir las fuerzas para escribir esta reseña sobre unos hechos dolorosos que se agravaron por la mala práctica de dos psicólogas adscritas al grupo Hernández. Anteriormente traté comentar cada psicóloga individualmente en Doctoralia pero una de ellas (la primera de la que hablo) no está en esa aplicación; en el segundo caso Doctoralia censuró mi reseña con el argumento de que yo no era el paciente interesado. Los hechos son los siguientes: mi madre, de 78 años, sufre un creciente aislamiento social. Esto ya es malo en sí, pero también lo es para mi padre, de 80 años, quien desde hace algo más de dos años es un paciente con cancer. Como tantas otras personas en su situación, mi madre se niegan a buscar ayuda. Pero tras un enfrentamiento con mi hermana, quien vino de visita unos días, mi madre sufrió una crisis nerviosa y aceptó acudir a un profesional. Entonce comencé a buscar psicólogos que usan métodos no discursivos como el EMRD, porque son más adaptos para personas como mi madre. Así contacté con la psicóloga Vanessa Márquez García, del grupo Hernández, y tuve una primera consulta con ella para resumirle la situación. Sorprendentemente para mí, a pesar de algún despiste con la hora de la cita, mi madre comenzó la terapia y acudió a los encuentros con ganas. Sin embargo, al poco, la psicóloga empezó a espaciar las citas. Nunca nos dio la razón específica aunque sí insinuó que tenía problemas de conciliación. Mi queja es que una profesional debería comunicar sus dificultades tanto al paciente como a la organización para la que trabaja, y ayudar a transferir sus pacientes a otros profesionales. Para mi madre aquí empezó y terminó una oportunidad para salir de su agujero por culpa de la falta de profesionalidad de Vanessa Márquez García. La propia directora de la clínica, la dra. Hernandez, reconoció esta situación y tanto ella como su equipo administrativo fueron amables y pidieron disculpas, proponiendo el nombre de Maria del Mar Camps Álvarez para continuar el tratamiento (ofreciéndome además una cita gratis en compensación). Como hice con la primera psicóloga, hablé con Maria del Mar Camps para explicarle la situación y esta aceptó encargarse del caso. Pero al poco de iniciar el tratamiento Maria del Mar me citó junto a mi madre para preguntarnos a los dos juntos qué buscábamos con el tratamiento. Acudí a esta cita, pero estaba perplejo porque, ¿qué parte no entendió esta psicóloga de las explicaciones que le di antes de empezar a ver a mi madre? Obviamente, si yo las explicito delante de mi madre, esta se encierra en banda y protesta diciendo que a ella no le pasa nada. La psicóloga Maria del Mar Camps no solo careció de la profundidad humana y psicológica para apreciar lo delicado de la situación, sino que tuvo el atrevimiento de calificar como "agresivo" el intercambio de ideas entre mi madre y yo, concluyendo con un test escrito muy simple sobre estilos de apego, y rematando su intervención con la pregunta de si le decía a mi madre que la quiero. Y claro que la quiero, de hecho por eso me preocupo por ella. Este no es el problema. El problema ya lo he descrito y se ha agravado por la falta de calidad profesional y humana (parte indispensable para un psicólogo) de las psicólogas Vanessa Márquez y Maria del Mar Camps, adscritas al grupo Hernández en el momento en que yo las contacté. No solo perdimos dinero, que también, sino un valioso e irrecuperable tiempo, además de continuar con la penosa situación en la que ya estábamos un año atrás, cuando para personas de la edad de mis padres cada año es precioso.
